Con Analía Sirio, convertidos en duendes



¡Cuánto tiene un bailarín para aprender de un músico! Bailar con Analía Sirio y los Errantes Bohemios en el bar Bataclana fue como ser un integrante más de la orquesta. Porque ¿qué hacía Analía sino ejecutar una danza hermosa cuando se entregaba a la canción con esos gestos desgarrados del cuerpo? Y lo mismo Andrés Magula con su violín, mecido en la cadencia de su propio esqueleto que le danzaba. Así lo hacía también Mariano Heller en su guitarra, su partitura, y sus arreglos. De hecho, todos los habitantes del bar parecían bailar: las mozas, los admiradores de Analía, la programadora de los shows, los comensales. Y nosotros, Santi y Debi, eramos los duendes. Una tarea que nos asignó Analía, que en realidad era un pajarito que se tragó una lira. Y anduvimos por ahí haciendo travesuras con todo el placer del mundo.

En el V Festival Cambalache


Fue una experiencia extraordinaria dar el seminario "Las artes decorativas en el tango: cómo adornar y que te adornen" en el V festival de tango-danza-teatro Cambalache. Un placer ver bailar a los participantes con tanta entrega, alegría y sinceridad.
Esos tres días de diciembre sirvieron para confirmar que el tango es una danza personal de la cual todos tienen el derecho de apropiarse. Después de todo, qué cosa más conmovedora poder sentir, cada uno de nosotros, que somos personas que crean su propia danza.
Indescriptible el amor con que cultivaron el baile nuestros amigos de todas partes del mundo. Una oportunidad para decirles que no vean el tango como algo externo que no les pertenece, sino como una danza que les es propia, que ellos contribuyen a crear cada vez que bailan, cada vez que van a milonguear. El baile, sin dudas, borra las fronteras.